"Yo no conozco a una persona con síndrome de down que sufra por el síndrome de down, sufre por la discriminación que conlleva tener síndrome de down"
Los profesionales nos convertimos en freno en la medida en que los cosificamos, en que los convertimos en el síndrome. Porque si hablo del síndrome de Down, en realidad de quien no hablo es de mi hermano. Estoy hablando de algo que no es mi hermano. Pero yo, como profesional, digo que si esa persona no acepta que su hijo tiene síndrome de Down está negando la realidad. Y como profesional tengo el poder de decirle que lo que él o ella ve no es la realidad, sino que la realidad es lo que yo veo. Y lo que yo veo como profesional es lo que sé sobre el síndrome de Down, que no es mi hermano. Que es justo lo que no es mi hermano. Y se niega la legitimidad de la madre. Por ejemplo, hace poco una maestra me contó que una madre de un niño con autismo no aceptaba a su hijo. Ella buscaba irremediablemente medios para salvarse de los problemas que le generaba ese niño en el aula. Pensaba yo: «¿Que esa madre no acepta a su hijo? ¡Quien no lo acepta eres tú!». Esa madre no acepta que llames autist...