Mejor di capacidad


Artículo publicado por el Diario La Verdad el 21 de marzo de 2024, con motivo del Día Mundial de las Personas con Síndrome de Down

El Síndrome de Down, nombre que recibe la condición genética originada por la presencia de un cromosoma adicional en el par 21, ha sido históricamente malinterpretado y estigmatizado por la sociedad. Por suerte hoy en día las personas con síndrome de Down se encuentran con un mundo muy diferente, que les empieza a mirar con interés, aprecio y, en algunos casos, incluso con admiración. En las últimas décadas, hemos avanzado enormemente en nuestra comprensión y apreciación de las capacidades y potencialidades únicas de las personas con esta condición. A lo largo de la historia han sido víctimas de apriorismos y prejuicios sin fin: “no te molestes en enseñar al crío que no va a aprender a leer”. “No hace falta que le expliques las cosas a la niña, ¿no ves que no las entiende?”. Hoy resulta que muchas personas con síndrome de Down adquieren importantes estándares en lectoescritura, lectura comprensiva, y acceden a ciclos de formación profesional o desarrollan su creatividad en múltiples disciplinas artísticas. No ha sido accidental: en varios momentos entre finales de los años setenta y principios de los ochenta, los padres y madres de la discapacidad pusieron “pie en pared” y dijeron: “hasta aquí hemos llegado”. Y decidieron ejercer sus recién estrenados derechos constitucionales, creando asociaciones para promover el desarrollo y la integración social de sus hijos. Es el caso de la Asociación para Personas con Síndrome de Down de Murcia, ASSIDO, que fue la pionera en toda la península y lleva más de cuatro décadas poniendo a nuestra región a la vanguardia del tratamiento y la defensa de los derechos de las personas con discapacidad intelectual en nuestro país. Gracias a este impulso, hoy la sociedad entera empieza a compartir con nosotros la idea de que cada individuo, independientemente de su condición genética, posee un conjunto diverso de talentos y habilidades que merecen reconocimiento y oportunidades para florecer. Pero si hay algo que padres y madres tenemos claro, es que en lo referente a nuestros hijos la casualidad no existe. Cada hito en su desarrollo es fruto de la perseverancia y de la capacidad de trabajo y de superación que les caracteriza. Cuando alguien les hable de la cultura del esfuerzo, no piense solo en el deportista de élite o en el próximo premio Nobel. Las personas con discapacidad intelectual son la esencia misma de esa cultura: nada se les regala, cada habilidad que otros adquiríamos casi sin darnos cuenta, ellos la han ganado día a día con el tesón de un medallista olímpico. 

Esto ha hecho posible que en la actualidad podamos adoptar un enfoque no centrado en la discapacidad y en sus dificultades, que evidentemente están ahí, sino en su capacidad. Y podemos decir, sin titubeos, que nuestros hijos e hijas están preparados para una vida con grandes cotas de autonomía, para crecer en formación, y capacitados para el empleo. De esto pueden dar fe las cada vez más numerosas empresas que cuentan con personas con síndrome de Down en su plantilla y por el camino descubren que, pese a sus dificultades en áreas específicas del desarrollo cognitivo, también exhiben fortalezas notables en otras. Por ejemplo, muchas personas con Síndrome de Down tienen habilidades sociales excepcionales, mostrando empatía, comprensión y habilidades interpersonales que enriquecen profundamente sus relaciones con los demás. Y esto redunda en mayor motivación, cohesión y buen clima de trabajo en aquellos entornos laborales en los que se cuenta con ellos. No conozco ninguna empresa que haya incluido a personas con síndrome de Down o discapacidad intelectual en su nómina y que pueda después prescindir de ellos. Tal es su constancia, su buen desempeño laboral, y su aportación en términos de —lo diremos de forma coloquial pero sin quitar ni un ápice de mérito— “buen rollo” al día a día de la organización en la que trabajan. Las personas con Síndrome de Down son mucho más que la condición genética que comparten: se han ganado el derecho a su propia individualidad, a que se les considere únicos, como nos consideramos usted o yo. Son seres humanos con talentos, habilidades y potencialidades únicas que merecen respeto, apoyo y oportunidades. Unidos al movimiento asociativo de la discapacidad, las familias, las empresas y las instituciones y administraciones públicas, podemos impulsar políticas valientes para crear una sociedad más justa donde cada individuo tenga la oportunidad de alcanzar su máximo potencial. Este Día Mundial de las personas con Síndrome de Down es un buen momento para reivindicar todos juntos, que somos únicos y capaces. Ellos lo están demostrando día a día. Es nuestro turno para estar a la altura.


Víctor Martínez López. Presidente de la Asociación para Personas con Síndrome de Down de Murcia (ASSIDO)


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