Aún queda mucho camino, y más si retrocedemos

En un grupo de WhatsApp del instituto de mi hijo Víctor (11 años), varios compañeros empiezan a compartir memes burlándose del síndrome de Down. En uno de ellos, una persona con síndrome de Down dice: "Hola, soy Down". Y Hitler le contesta: "Abre, soy el del gas".

Después de una buena cadena de memes, una compañera les recrimina por hacer chistes sobre las personas con síndrome de Down. Otro le contesta: "Se llama humor, cerebro de albóndiga". Otro más le responde a la compañera con una imagen de la bandera de España y dice: "Arriba España, viva Vox" (no sé qué tendrá que ver, él por lo visto le ve alguna relación).  

Mi hijo no dice nada. Me imagino su incomodidad, y también su inquietud por pensar qué pasará cuando este Frente de Juventudes descubra que él tiene un hermano con síndrome de Down. Será algo con lo que tendremos que lidiar en algún momento y formará parte de las fortalezas que irá adquiriendo para su vida. 

Pero me imagino también qué pasaría si fuera Mario el que va al instituto, y me preocupo más.

Vivimos tiempos díficiles. Pensamos que ya hemos llegado a alguna parte, pero seguimos en el camino. No falta quien piensa que ya se habla mucho de la discapacidad intelectual y el síndrome de Down, que está "todos los días en los medios". Yo pienso que aún no se habla lo suficiente, y sobre todo donde se tiene que hablar, que es en la mesa con la familia.

Yo soy optimista y pienso que la evolución social es difícil de detener. Pero también es cierto que hay turbulencias en el vuelo que desenfocan ese futuro, y deberíamos ser capaces de estabilizarlas.

Especialmente deberíamos evitar que cunda la desvergüenza. Estos días ha sido viral el vídeo de un hombre negro que explicaba lo que ha sido la era Trump: mucha gente ha perdido el miedo o la vergüenza a expresar su racismo e intolerancia, lo que ha hecho que se mostraran abiertamente hostiles, maleducados o hirientes con negros, hispanos, homosexuales. En el supermercado, en el bar, en la calle.

Debemos educar para que la gente no sea racista, homófoba o ignorante. Es una tarea ingente que empezamos en la Ilustración y todavía no ha acabado. Pero mientras lo conseguimos, debería ser posible que nos ahorráramos exhibiciones obscenas de esa ignorancia.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La Orden Jedi de los padres de la discapacidad

De qué hablo cuando hablo de mi hijo

Mejor di capacidad