¿Qué ves cuando miras a una persona con discapacidad intelectual?

Probablemente solo ves su discapacidad, al menos en el primer momento. Pero ahora te voy a decir yo algo que está ahí y quizá no ves. Piensa en un deportista profesional, o en una persona que dedica buena parte de su vida a preparar unas oposiciones. Gente educada en una cultura del esfuerzo, para quienes cada logro ha sido obtenido a base de dedicación, constancia y cierto sacrificio personal.

Pues esa imagen debería venirte a la cabeza cuando ves a personas con discapacidad. En su vida, desde que nacen, hay toda una trayectoria de esfuerzo constante para adquirir capacidades que a ti o a mí nos vinieron regaladas.

Mi hijo Mario tiene varias sesiones de estimulación cognitiva y logopedia, hora y media un día por la mañana y hora y media al día siguiente por la tarde. No te digo la cara que pone los miércoles, al salir de un duro día de cole, cuando le recuerdas que aún "le toca" sesión hasta las siete identificando formas, colores, aprendiendo a vocalizar. Todo esto de partida, cuando más tarde inicie algunas actividades extraescolares, porque como cualquier otro le interesará el deporte o la música, se añadirán a estas rutinas, que no desaparecerán.

Todas esas personas con discapacidad intelectual que te cruzas por la calle se merecen nuestro respeto y, en muchos casos, también nuestra admiración. Al menos que sepamos qué estamos viendo cuando los vemos. Porque para ellos y ellas, el esfuerzo y la superación es una condición necesaria, pero no siempre suficiente, para acceder al mismo mundo que a nosotros nos regalaron.



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